A fines de mayo de 1969 el destructor Cochrane de la Armada de Chile fue puesto en alerta ante la presencia de un objeto en la pantalla del sonar. El comandante de la nave se comunicó a través de la radio con la base naval más cercana para saber si había algún submarino chileno en la zona. La respuesta fue negativa.
Una vez más la alarma del buque sonó. Todo estaba listo para un ataque. La nave llegó a su velocidad máxima, es decir, a 34 nudos por hora. El capitán de artillería ordenó disparar las bombas. Tras la explosión sucedió algo que ninguno de los marinos a bordo del Cochrane puede explicar aún. El aparato desconocido aumentó su velocidad al doble del buque de la Armada y desapareció de la pantallas.
Ese mismo año, el Cochrane finalizaba su participación en la Operación Unitas, y se trasladaba desde Puerto Montt hacia Punta Arenas. Fue en ese viaje cuando los sonaristas de la nave pudieron detectar un OSNI que se movía a gran velocidad hacia la Antártica. Como en el caso anterior, el fenómeno desapareció sin que pudiera ser interceptado. Estos casos tienen como protagonista al ex comandante en jefe de la Armada Jorge Martínez Busch.
LAGOS
El 23 de agosto de 1978, según consta en el libro “Ovnis, extraterrestres y otros en Chile” del fallecido investigador Jorge Anfruns, el pescador artesanal Baldovino Vargas vio emerger del Lago Llanquihue “una especie de bote, como huevo arranado de color aluminio”. La estructura tenía unos cinco metros de largo y una cúpula de un metro y medio en la parte superior.
Posteriormente a esta experiencia, numerosas personas pudieron comprobar la existencia de una extraña mancha amarilla en el aguas. Se trataba de azufre.
Pero su historia no termina allí, pues en marzo de 1982, el mismo Baldovino Vargas y su hijo, de tan sólo 14 años de edad, se internaron en el lago con la intención de pescar. Nunca más fueron vistos con vida.
El bote en el que viajaban fue encontrado a la deriva dos meses después y con extrañas quemaduras circulares. Su otro hijo, aseguró a la prensa que su padre y su hermano fueron arrebatados por los ovnis del Llanquihue.
EL MAR, EL PERFECTO ESCONDITE
A nivel mundial se han registrado una serie de casos de presencia de Objetos submarinos No Identificados (OSNIS). Más de un 70 % de la superficie de la Tierra está cubierta de agua. La profundidad media de los mares y océanos es de tres kilómetros, y el hombre apenas ha comenzado a explorar las vastas zonas que se encuentran debajo de la superficie. Estas zonas parecen ser el escondite perfecto para este tipo de seres. El portal de Internet Lo Inexplicado realizó una serie de reportajes al respecto y dio a conocer los más interesantes casos ocurrido a nivel mundial.
La noche del 24 de febrero de 1885, en el Pacífico Norte, la tripulación del buque Innerwich vio cómo un enorme objeto que emitía una brillante luz roja desaparecía en el mar, levantando grandes cantidades de agua al sumergirse bajo las olas.
El 12 de noviembre de 1887, cerca de Cape Race (Terranova), el capitán Moore, del buque británico Siberian, contempló durante cinco minutos cómo “una gran bola de fuego” se alzaba desde el océano hasta una altura de 15 metros. Antes de partir, se movió hacia su barco y en dirección contraria a la del viento. Este y otros muchos relatos sugieren que los OSNIS pueden a veces convertirse en ovnis, y viceversa.
Uno de los casos más dramáticos registrados es el que ocurrió la noche del 26 de julio de 1980. El remolcador Caioba-Seahorse efectuaba una travesía regular cuando, a 95 kilómetros de la costa brasileña, cerca de Natal, el contramaestre vio de repente un objeto gris de diez metros de diámetro que flotaba sobre la superficie. Al mismo tiempo podía verse sobre el mar una luz brillante que avanzaba rápidamente en dirección hacia ellos. El contramaestre viró rápidamente para evitar el choque con el objeto flotante, que encendió entonces luces de varios colores (amarillo, rojo, verde y azul). En aquel momento, la luz brillante ya les había alcanzado, y podía distinguirse un cuerpo resplandeciente de forma ovalada que se mantenía suspendido silenciosamente a unos 60 m por encima del OSNI flotante. Los motores del remolcador se habían parado, y la tripulación contempló, con miedo y fascinación, cómo el ovni se posaba lentamente sobre el OSNI.
RESPLANDOR VERDE
También han sido vistos OSNIS frente a la costa de Norteamérica. Uno de los testigos fue Wesley Gruman, de 19 años, que la noche del 27 de marzo de 1979 se dirigía hacia Oak Bluff (Massachusetts). Al observar un resplandor verde por encima de unas dunas de arena, en cuanto pudo miró en dirección al mar. A unos 60 m de la orilla flotaba sobre el agua un cilindro luminoso de unos nueve metros de longitud. Cuando el OSNI, silenciosamente, se elevó, Gruman paró el coche y bajó para observar cómo ascendía. Quiso ir a buscar una linterna bastante potente que llevaba en el coche, pero se encontró con que sólo podía mover la cabeza.
Esta parálisis duró hasta que el OSNI se hubo alejado lo suficiente como para quedar fuera del alcance de la vista. Gruman contó también que se produjeron otros dos extraños fenómenos: por una parte, la radio de frecuencia modulada de su coche emitió un zumbido de baja frecuencia mientras duró la visión; el otro fenómeno fue el extraño comportamiento de su reloj de pulsera. El calendario del reloj, que funcionaba con cuerda normal, iba tres días adelantado, pero al día siguiente de la experiencia señalaba la fecha correcta, y lo sigue haciendo desde entonces.
AGUAS PROFUNDAS
Los objetos submarinos no identificados también extienden sus actividades a las aguas interiores. Hay relatos acerca de OSNIS en lagos, ríos, puertos, ensenadas y fiordos. En noviembre de 1980, en el río brasileño Araguari, más de setenta personas que esperaban un trasbordador vieron cómo un sólido objeto de cinco metros de diámetro surgía de debajo del agua. Por espacio de unos cuatro minutos estuvo flotando en el aire a una altura de unos 200 metros, y después, lentamente, se movió en dirección al mar. Por unos momentos voló a menos de 30 metros de la orilla.
Otro caso tuvo lugar en el río San Lorenzo, cerca de Quebec (Canadá), en marzo de 1965. El capitán Claude Laurin y su copiloto, de la línea Quebecair, pudieron ver por espacio de cuatro o cinco minutos a un “submarino” situado debajo de la superficie, a más de 300 km del mar abierto, posición extremadamente peligrosa para un submarino normal. El 23 de mayo de 1969 tres testigos oculares vieron cómo “un objeto redondo, resplandeciente y que emitía destellos de luces rojas” se sumergía en el San Lorenzo. La investigación policial llevada a cabo “no descubrió nada”.
EL verano de 1967, un grupo de boyscouts estaba acampado en la orilla de un plácido lago a 32 kilómetros de St. John (Nueva Brunswick. Canadá). Los muchachos estaban durmiendo, y el jefe del grupo y su ayudante habían bajado hasta el lago para ir a buscar agua. De la oscuridad surgió un ovni en forma de dos platillos -colocados uno frente al otro- con destellos rojos, naranjas, verdes y azules a su alrededor. Al entrar en contacto con el agua y sumergirse se produjo un chirrido, semejante al sonido que oyó el hombre que vio elevarse un ovni del río Kamloops en 1981. El lago, de aguas claras y frías, se alimentaba de las nieves de las montañas; no obstante, cuando a la mañana siguiente volvieron los dos hombres, el agua estaba bastante turbia y tibia.
ESFERA LUMINOSA
Otra extraña experiencia fue la vivida por el matrimonio Bordes, que, la noche del 16 de septiembre de 1955, se hallaban pescando en el embalse de Titicus, en el estado de Nueva York. A la 1.30 de la madrugada aún no habían tenido suerte. Entonces fue cuando la señora Bordes vio una esfera luminosa rosa que se elevaba del agua para volverse a sumergir.
Al cabo de un rato, cuando estaban de vuelta hacia la orilla, ambos vieron fuera del agua una forma oscura. Tenía dos bandas horizontales de luz blanca en la base y una luz rotatoria de color amarillo encima. El señor Bordes, más curioso que asustado, remó en dirección a las luces y éstas retrocedieron a mayor velocidad. Después se movieron en dirección hacia él y entonces el señor Bordes, a su vez, retrocedió. A su mujer el asunto no le hacía ninguna gracia, de modo que remaron un kilómetro y medio en dirección al embarcadero, con las luces siguiéndoles a cierta distancia. Cuando llegaron al coche y se pusieron en marcha aún podían verse las luces en el embalse.
Fuente: Ovnivisión – Lo Inexplicado.