Uber está en todos lados: es común conocer cada vez más personas que han usado la aplicación, con excelentes resultados, es común también, ver habitualmente los reclamos de los taxistas establecidos en su contra, aduciendo competencia desleal, no tan solo en Chile, sino que en todos los países donde la aplicación está operativa.
Desde el punto de vista empresarial, el caso de Uber es digno de estudio. Una simple aplicación, muy bien conceptualizada y diseñada, satisface la creciente necesidad de transporte en las grandes ciudades. La oferta: buenos autos, tarifas conocidas, conductores con historial y reputación, sin necesidad de portar efectivo, entre otras. En ese escenario, no es de extrañar que donde se instale el sistema, este sea exitoso, dado que, sin lugar a dudas el servicio es de calidad. Uber es, evidentemente, un excelente caso de innovación tecnológica, vale decir, un negocio donde la tecnología se hace cargo de un problema real.
Ahora bien, la verdad sea dicha, a pesar de las bondades del sistema, Uber no es legal. Sus conductores, a diferencia de los taxistas, no son profesionales; sus autos no están asegurados como un taxi, no pagan ni declaran los ingresos obtenidos, no están sujetos a fiscalización alguna, entre otras. En ese sentido, el reclamo de los taxistas es real y lógico. Ellos están sujetos a una serie de regulaciones y requisitos, que finalmente aumenta el costo de su servicio. En rigor, ambos sistemas no son comparables, por lo tanto Uber, compite deslealmente contra los taxistas.
Independiente de la realidad local, no olvidemos que Uber ha sido prohibido en varios países y en EEUU por ejemplo, su actividad están catalogada como “al filo” de la legalidad. Sin embargo, hay que ver las oportunidades en este problema. Uber demostró tener un sistema de trabajo exitoso, en un mercado deprimido, con taxistas famosos por engañar a sus clientes y prestar un mal servicio. Por lo tanto, los taxistas están llamados a transformar esta debilidad, en una oportunidad, una oportunidad de tomar las mejores prácticas de Uber y asimilarlas a su propio trabajo, de tal manera de crear innovación y mejoras en los servicios. La solución no está en hacer protestas masivas y entorpecer con ello el flujo normal de la ciudad, sino mejorar en el servicio.
José Navarrete
Académico Magíster Tributación
Universidad Andrés Bello