Es difícil poner a todos de acuerdo sobre las necesidades que tiene una comuna. Dependerá de las experiencias positivas y negativas de cada habitante. Sin embargo, hay visiones que son mayoritariamente comunes: seguridad ciudadana; aseo; estacionamientos públicos; uso de parques y plazas; condiciones de calles y veredas; comercio ambulante, y eso que usted podrá agregar a su lista decenas de otras inquietudes.
Nunca se obtendrá unanimidad. Lo que es una inquietud para un sector no lo es para otro. Difícil conciliar todos los intereses y derechos. Más lo es aún interpretar las opiniones de la comunidad.
La política debe dar respuesta a muchas de estas necesidades, especialmente, en lo que se refiere a una nueva legislación. La torta está mal cortada. Si tuviéramos que hablar de autoridad, el 90% del poder lo tiene el alcalde y el 10%, es de los concejales, a quienes la ley les otorga el poder soberano de fiscalizar.
Debemos agregar el uso y abuso que muchos alcaldes hacen del poder y autoridad de que están investidos. Se puede mejorar esta situación, NO. Mientras no se cambie la ley de municipalidades y se repartan mejor las atribuciones del alcalde y concejo comunal. Esa es la verdad y hacer esos cambios no es hoy una prioridad de la política chilena.
Nos cruzaremos de brazos, naturalmente que no, pero en parte hay una responsabilidad que nadie puede eludir; es el uso del voto. Vienen por delante elecciones presidenciales, parlamentarias y de Cores. ¿Cuantos votarán?
¿Se puede reclamar contra los electos si muchos de los que se quejan y pontifican soluciones ni siquiera ejercieron su derecho a elegir? Los que no votan, se mueven entre el 60 y 70%. En ese segmento se forma un círculo vicioso; no voto porque la política está mal y la política que está mal sigue repitiendo su errores, ya que las minorías siguen eligiendo y repitiendo, muchos, los mismos nombres. Algo tenemos que hacer y también decir.
La vía que, en democracia, siempre se escuchará más fuerte es la de las urnas. Por eso tenemos una plaza convertida en un patio de comidas; veredas donde no se puede transitar; parques descuidados; falta de inspección más severa de los estacionamientos, etc.
Queda mucho por hacer y, pese a los límites de las atribuciones de un concejal, hay que encontrar los medios para un trabajo positivo.
Por Alejandro Pino Uribe
Concejal de La Serena