Durante los últimos años, la industria de la alimentación, a nivel global, ha sido testigo de importantes cambios en las preferencias de los consumidores. Las primeras modificaciones llegaron con la reducción de grasas y azúcares y el surgimiento de los productos light. En la actualidad se escribe un nuevo capítulo de la mano de los productos orgánicos, fuertemente apetecidos por el mercado nacional e internacional y cuyas exportaciones, según cifras de ProChile, sólo durante el primer semestre de 2017 sumaron US$ 8.000 millones.
En septiembre de 2017, de acuerdo a información entregada por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) se contabilizaban cerca de 174 mil hectáreas orgánicas certificadas en Chile. La mayor parte de ellas (más de 154 mil) está destinada a la recolección silvestre, mientras que el resto se utiliza para el cultivo, principalmente, de frutales. De forma adicional, se estiman en más de 21 mil las colmenas orgánicas, junto con algunos ejemplos de producción animal desplegados a lo largo del territorio nacional.
La pregunta que surge de inmediato, ante estos números, es qué debemos entender por productos orgánicos. En palabras simples, son aquellos que provienen de predios aislados de contaminación, con una correcta manipulación de los suelos cultivables, junto con la completa ausencia de uso de insumos sintéticos o químicos para el control de plagas. Asimismo, cada proceso debe estar ajustado a la normativa que rige actualmente en nuestro país y cuya fiscalización y certificación está en manos del SAG, organismo que encargado de hacer cumplir una ley que rige desde 2007.
Una de las grandes ventajas de los productos orgánicos, junto con ser beneficiosos para nuestra salud y alimentación en general, es que, dados los requerimientos que deben seguir para su cultivo, son amables con el medio ambiente. Además, gracias a la certificación que entrega el SAG, los consumidores tienen una herramienta concreta para exigir que lo que están comprando y consumiendo se ajuste a la normativa vigente.
Actualmente, existe un sello que certifica el proceso por el cual un producto busca comercializarse como orgánico. Además de los que tradicionalmente provienen de predios certificados, gracias a este distintivo, otros alimentos procesados, como mermeladas, frutos secos, barras de cereales, aceites de oliva, por ejemplo, podrán ser adquiridos bajo estas condiciones. Sin duda, es una gran noticia no sólo para la industria, sino que para los consumidores nacionales.
Estamos en un punto de inflexión importante para el mercado de los alimentos orgánicos. El trabajo exhaustivo y coordinado que se ha venido realizando en los últimos años hoy nos permite, por ejemplo, celebrar la firma de un acuerdo de homologación entre Chile y la Unión Europea, en abril recién pasado. Esto abre un nuevo y promisorio escenario para los productores locales, ya que se reconocen las prácticas orgánicas en nuestro país, en un hito inédito para alguna nación fuera de ese grupo. La invitación, entonces, es a seguir reconociendo los beneficios y oportunidades de un mercado que crece de forma sostenida y aprovechar el momento para llevar productos de la mejor calidad a la mesa de nuestros consumidores.
Por: Josefina Bascur, subgerenta de marketing de Daily Foods.