La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció que la adicción a los videojuegos es un desorden de salud mental e incluyó esta problemática en la Clasificación Internacional de Enfermedades.
El trastorno por videojuegos se caracteriza por una adicción persistente o repetida a los juegos online u offline, en que la persona necesita un estímulo concreto para lograr una sensación de bienestar y por lo tanto, supone una dependencia mental y física frente a ese estímulo.
Entre los síntomas que definen este comportamiento, está la incapacidad de la persona de controlar la frecuencia, duración e intensidad de las sesiones de juego, así como el deseo de seguir jugando a pesar de las consecuencias negativas.
La Dra. Andrea Aguirre, psiquiatra infanto-juvenil de Clínica Universidad de los Andes, explica que esta adicción “se evidencia en tres conductas características: primero, perder el control sobre la frecuencia, la intensidad y la duración de la actividad; segundo, que los juegos pasan a tener prioridad sobre otros intereses de la vida y actividades diarias; tercero, que la conducta se mantiene pese a que empieza a traer consecuencias negativas para la persona”.
Las causas de la adicción a los videojuegos son muy diversas, pero las más comunes son las siguientes:
– Personalidad dependiente: hay personas que por su personalidad tienden más a la adicción que otras.
– Problemas familiares: como falta de comunicación, incomprensión, poca dedicación a los hijos, entre otros.
– Problemas escolares y sociales: escasa integración en un grupo de amigos, soledad y desmotivación escolar.
Es importante destacar que los videojuegos en sí mismos no suponen una amenaza, puesto que todo dependerá del uso y control que se ejerza sobre ellos. Por eso, las adicciones no se centran en el propio videojuego, sino en la forma descontrolada y abusiva en la que se puede presentar.