Utilizando el instrumento SPHERE, instalado en el VLT (Very Large Telescope) de ESO, un equipo de astrónomos ha revelado que el asteroide Higía podría clasificarse como planeta enano. El objeto es el cuarto más grande del cinturón de asteroides después de Ceres, Vesta y Pallas. Por primera vez, los astrónomos han observado a Higía con una resolución lo suficientemente alta como para estudiar su superficie y determinar su forma y tamaño. Descubrieron que Higía es esférica, pudiendo destronar a Ceres como poseedora del título de planeta enano más pequeño del Sistema Solar.
Como objeto del cinturón principal de asteroides, Higía satisface de inmediato tres de los cuatro requisitos para ser clasificado como un planeta enano: orbita alrededor del Sol, no es una luna y, a diferencia de un planeta, no ha despejado los alrededores de su órbita. El requisito final es que tenga la suficiente masa como para tener su propia gravedad, generando así una forma más o menos esférica. Esto es lo que las observaciones de VLT han revelado ahora sobre Higía.
“Gracias a la capacidad única del instrumento SPHERE, instalado en el VLT (uno de los sistemas más potentes del mundo para la obtención de imágenes), pudimos resolver la forma de Higía, que resulta ser casi esférica”, afirma el investigador principal Pierre Vernazza, del Laboratorio de Astrofísica de Marsella, en Francia. “Gracias a estas imágenes, Higía puede ser reclasificada como un planeta enano, por ahora el más pequeño del Sistema Solar”.
El equipo también utilizó las observaciones de SPHERE para restringir el tamaño de Higía, estimando su diámetro en poco más de 430 km. Plutón, el más famoso de los planetas enanos, tiene un diámetro cercano a 2400 km, mientras que Ceres tiene unos 950 km de tamaño.
Sorprendentemente, tal y como indica el estudio publicado hoy en la revista Nature Astronomy, las observaciones también revelaron que Higía carece del gran cráter de impacto que los científicos esperaban ver en su superficie. Higía es el miembro principal de una de las familias de asteroides más grandes, con cerca de 7000 miembros que surgieron del mismo cuerpo principal. Los astrónomos esperaban que el evento que condujo a la formación de esta numerosa familia hubiera dejado una gran y profunda huella en Higía.
“Este resultado fue una verdadera sorpresa, ya que esperábamos la presencia de una gran cuenca de impacto, como ocurre con Vesta“, confirma Vernazza. Aunque los astrónomos han observado la superficie de Higía con una cobertura del 95%, sólo pudieron identificar dos posibles cráteres no concluyentes. “Ninguno de estos dos cráteres podría haber sido causado por el impacto que originó la familia Higía de asteroides, cuyo volumen es comparable al de un objeto de 100 km de tamaño. Son demasiado pequeños”, explica el coautor del estudio Miroslav Broo, del Instituto Astronómico de la Universidad Charles de Praga, República Checa.
El equipo decidió investigar más a fondo. Usando simulaciones numéricas, dedujeron que la forma esférica de Higía y la gran familia de asteroides son, probablemente, el resultado de una gran colisión frontal con un gran proyectil de un diámetro de entre 75 y 150 km. Sus simulaciones muestran que este violento impacto, que se cree ocurrió hace unos 2.000 millones de años, destrozó por completo el cuerpo principal. Una vez que las piezas sobrantes volvieron a unirse, le dieron a Higía su forma redonda y miles de asteroides compañeros. “Tamaña colisión entre dos cuerpos grandes en el cinturón de asteroides es única en los últimos 3-4 mil millones de años”, dice Pavel Ševeček, un estudiante de doctorado del Instituto Astronómico de la Universidad de Charles que también participó en el estudio.
El estudio en detalle de los asteroides ha sido posible gracias, no sólo a los avances en el cálculo numérico, sino también al hecho de contar con telescopios cada vez más potentes. “Gracias al VLT y al instrumento de óptica adaptativa de nueva generación SPHERE, ahora obtenemos imágenes de asteroides del cinturón principal con una resolución sin precedentes, cerrando la brecha entre las observaciones basadas en tierra y las observaciones de misiones interplanetarias”, concluye Vernazza.