Las imágenes con filas interminables de personas que llegan a las 5 o 6 de la mañana a la puerta de una tienda para asegurarse de ser los primeros en adquirir los últimos modelos de celular que Apple, Huawei o Samsung lanzan al mercado, ya debería darnos una idea aproximada de cómo ha crecido el interés por los productos tecnológicos, tanto en Chile como en el resto del mundo.
La tecnología cada vez está más presente en nuestra vida diaria, distintos productos nos ayudan a hacerla más cómoda, simple y entretenida, los nietos gamers le enseñan a los abuelos cómo manejar el celular, y con un simple control remoto o haciendo click en una pantalla, ahora se pueden apagar luces, cerrar puertas, correr cortinas y hasta encender cámaras de vigilancia.
La pregunta clave es ¿Cuánto estamos dispuesto a gastar en nuevos productos o servicios tecnológicos? y ¿En qué momento este sencillo placer puede transformarse en adicción?
Uri Martinich, CEO de la Agencia ROI y un apasionado de la tecnología, comenta que la fascinación e interés que ejercen en nosotros los nuevos productos que se lanzan al mercado provocan naturalmente el ansia por poseerlos. “Poseer algo que deseamos y que también desean los demás es una pulsión natural, especialmente en nuestra sociedad de consumo”.
Sin embargo, el ejecutivo asegura que cuando este deseo natural se sale de los límites lógicos y la persona comienza a gastar en tecnología dinero que debiese destinar a otras áreas de su vida. Estamos ante un problema de cuidado, que pudiese requerir la intervención de la familia, o derechamente de un especialista. “Sin embargo, el límite entre “darse un gusto” y tomar una mala decisión de consumo, a veces se pierde de vista. Endeudarse a 3 años por un producto que tendrá una vida útil de 2 es una decisión financiera incorrecta. Comprar un equipo con una capacidad de 100 (procesador, funcionalidades y tecnolgía en general), para utilizarlo al 10 % (ver redes sociales y escuchar música), tampoco es inteligente. Y así, sin darnos cuenta cuándo, caemos en una espiral tóxica por consumir. Eso requiere medidas correctivas inmediatas”, subraya.
El sociólogo Tomás Moulian, autor del libro “El consumo me consume” asegura que el ansia compulsiva por comprar tiene serias consecuencias en la vida de las personas, ya que las hace convertirse en “seres crediticios” que sólo pueden focalizarse en el dinero y en el trabajo que requieren para continuar consumiendo. De esa forma, trabajo, dinero y consumo, se transforman en los tres ejes centrales de su vida, dejando en segundo plano valores como la búsqueda de la felicidad y el sentido de pertenencia.
A nivel mundial, según un estudio de la firma de investigación de mercado IDC, la inversión en tecnología crecerá un 5,3 % respecto del año pasado, lo que en divisa norteamericana equivale a US$ 1,69 billones. En tanto, se espera que en China el gasto tecnológico se eleve a US$ 328.000 millones y en Europa a los US$ 227.000 millones.
La misma investigación señala que más del 75 % de ese gasto se destinará a tecnología tradicional, como compra de nuevos celulares y computadoras