Los efectos del COVID-19 son sin precedentes, desde económicos hasta mentales, pasando por médicos, logísticos, familiares, y un largo etc. Sin embargo, hoy me gustaría plasmar los efectos en la pedagogía, pero centrada particularmente en los y las docentes.
La educación sin duda es un proceso crítico en el sistema social y mientras mejor sea, más beneficios tendrá la sociedad a largo plazo. El confinamiento ha tenido repercusiones gigantescas en este sentido, desde evidenciar la carencia tecnológica y de acceso que tienen los estudiantes, hasta revelar la incapacidad de algunos directivos para comprender el uso de las tecnologías en la educación, aplicando todavía el pensamiento de siglos pasados. Pero lo central de esta reflexión, no es desde lo técnico, sino desde la profundidad de la enseñanza, con preguntas incómodas para nosotros como docentes, pero ciertamente necesarias para avanzar en este ámbito.
¿Para qué debo enseñar? Es la primera pregunta que surge para entender cuáles son los aspectos que debemos reforzar en estos momentos de confinamiento; sin embargo, es tremendamente difícil responder, ya que en realidad la interrogante es ¿cuál es el rol docente en la actualidad? Y eso abre una discusión que la academia pocas veces realiza, porque involucra cuestionarse a sí misma. ¿Se necesitan los docentes para replicar el conocimiento que las nuevas generaciones tienen a 2 clics de distancia? ¿Debo gastar 2 horas para enseñar qué significa tal o cual cosa cuando pueden buscar en google y tardar 5 minutos? Estamos frente a una crisis existencial tremenda, pero lo bueno es que, de las reflexiones adecuadas, saldrá fortalecido y mejorado este sistema educativo y con ello, el futuro de nuestro país.
Por otro lado, la segunda pregunta fundamental es ¿qué y cómo estamos evaluando? Con ello viene: ¿Es importante la nota? Que, dicho sea de paso, paree ser algo que importa mucho a los y las estudiantes. Pero, ¿tener buena nota significa que aprendió contenidos de calidad? o ¿solamente que aplica bien lo que el docente solicita?
Creo que, muchas veces olvidamos la finalidad de la educación y el propósito que debemos cumplir, y nos dejamos llevar por las reglas de la oferta y la demanda y por presiones externas. Pero este momento es crucial, no solo por la humanización que significa enfrentar algo nuevo para todos y la preocupación por la salud de cada uno; sino también por las preguntas que nos hacemos a diario en este ejercicio pedagógico virtual… ¿lo estamos haciendo bien?
Por: Claudio Piña – Académico – Ucen Región Coquimbo