Cuando un médico receta un fármaco o al comprarlo en una farmacia, es frecuente que estos profesionales de la salud te indiquen la mejor forma de consumirlos: sólo con agua, en ayunas o con qué periodicidad, por ejemplo. No obstante, pocos informan que existen medicamentos que generan interacciones con otros o con ciertos alimentos, pudiendo causar graves consecuencias en el organismo.
Los fármacos recetados para patologías mentales como la depresión son algunos con los que debemos tener mucha precaución, considerando que en Chile – y de acuerdo al Ministerio de Salud-alrededor del 6% de la población padece un cuadro de depresión, ocupando el cuarto lugar en Latinoamérica en el desarrollo de esta enfermedad.
Según un estudio realizado en Corea del Sur y publicado por el British Medical Journal, ciertos antidepresivos podrían interactuar con analgésicos –pertenecientes a la familia de medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE)-, aumentando el riesgo de hemorragias intracraneales. Asimismo, de acuerdo a la Clínica Mayo, existe evidencia de riesgo cuando se asocian antidepresivos con medicamentos para la migraña (triptanos), desarrollando el síndrome serotoninérgico, que puede producir convulsiones, desorientación, taquicardia y hasta alucinaciones en pacientes que los combinan.
Asimismo, antidepresivos de la familia de los IMAO (Inhibidores de la Monoaminooxidasa) pueden ser capaces de generar una reacción hipertensa grave cuando se tiene una dieta alta en tiramina, un aminoácido que se encuentra en productos envejecidos, madurados o fermentados, como quesos fuertes (cabembert o parmesano), carnes curadas (como los embutidos o el salame), alimentos fermentados, la soya o bebidas alcohólicas, entre otras.
Por esto, es vital que este tipo de información sea entregada por médicos y químicos farmacéuticos cada vez que un paciente comience con un tratamiento farmacológico para tratar la depresión. Tanto la interacción entre medicamentos o con sustancias contenidas en ciertos alimentos, como dejar de lado el tratamiento -una vez que la persona comienza a sentirse mejor-, pueden generar efectos adversos peligrosos para la salud. Necesitamos que los pacientes sean responsables con su salud y bienestar, siguiendo las recomendaciones y tratamientos para manejar adecuadamente sus patologías
Por: Paula Molina – Químico farmacéutico de Farmacias Ahumada.