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Lunes, Noviembre 25, 2024
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No somos el centro del Universo y es tiempo que nuestra Constitución así lo refleje

El cambio climático, la extinción masiva de especies, e incluso las pandemias, son sólo algunas muestras del crítico estado de la naturaleza, pretender considerarnos ajenos a ella y tratarla como un mero recurso, no sólo es irresponsable, es también inmoral. Es privar a las próximas generaciones la posibilidad de satisfacer sus necesidades más elementales, es comprometer la estabilidad de los ecosistemas, la sobrevivencia de gran parte de las especies,y es seguir desconociendo que hay otros animales que también sufren, que ven destruidos sus hogares, que son tratados como cuerpos de una gran maquinaria de producción, que son cazados, torturados y exterminados.

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Aunque el desarrollo tecnológico nos ha traído inmensos beneficios, también nos aparta de la naturaleza y propicia la negación de nuestra propia animalidad. Así, nos distraemos con pantallas colmadas de realidades distorsionadas o “con filtro”,  evitamos ver los múltiples efectos que tiene nuestro modelo de desarrollo en los ecosistemas y, a nivel personal, no logramos dimensionar las consecuencias de decisiones tan cotidianas, como lo que elegimos comprar, usar, o comer.

Somos responsables de asegurar a las futuras generaciones un planeta sano y lleno de vida, pero también tenemos la oportunidad y el deber ético de crear una sociedad más justa, respetuosa con la naturaleza y los demás animales, a quienes podamos reconocer como un otro, que vive, que siente, que importa.

Una Constitución coherente con las necesidades planetarias, debe ser una Ecológica e Interespecie, que refleje nuestra interconexión e interdependencia con la naturaleza, basada en una relación de respeto y protección hacia las demás formas de vida, especialmente aquellas que sufren. Hoy, tenemos la oportunidad histórica de dotarnos de una Constitución de la que muchas generaciones puedan sentirse orgullosas a futuro, que sea un gran paso para encaminarnos hacia una sociedad realmente sostenible, respetuosa y justa.

Por: Israel González Marino, Abogado, académico UCEN Región Coquimbo

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