La COVID19 nos ha afectado profundamente, en especial a trabajadores de las áreas social y de la salud, debido a la amenaza de enfermar, al estrés y verse sometidos a actos de violencia, entre otros.
Asimismo, las estrategias para combatir la pandemia han generado nuevos riesgos asociados al confinamiento, restricción de movilidad, pérdida y/o precarización de empleos, cierre de empresas, teletrabajo, alteraciones de las cadenas internacionales de suministro, entre muchos otros, que impactan en la calidad de vida y el bienestar de trabajadores y trabajadoras.
Los impactos principales se evidencian en los ámbitos psicosocial, ergonómico, químico y en muchos más que aún nos resta por identificar. Se suma a esto que puede existir demora en el tratamiento de otras patologías preexistentes, debido a la sobrecarga del sistema de salud.
Quienes ejercen labores formales e informales han sido especialmente vulnerables en esta etapa, ya que carecen de protección suficiente y oportuna. Los efectos secundarios de la crisis han incidido, a su vez, en la precarización de las condiciones de trabajo, los salarios y la viabilidad de las empresas, por lo que la recuperación del empleo y de los factores que protejan la salud requieren de políticas robustas e integrales.
Si bien desde el inicio de la pandemia el gobierno, el sector privado y las familias han reaccionado a la crisis sanitaria a través de medidas de prevención, tratando de salvaguardar la salud y el empleo. Sin embargo, no ha sido suficiente porque las consecuencias de todo lo vivido, aún no logramos dimensionarlo en su totalidad digno, pero el impacto en la salud y seguridad de los trabajadores y por su intermedio a sus familias, aún no logramos dimensionarlas en su totalidad. Es momento entonces de asumir un liderazgo que permita implementar y fortalecer sistemas de gestión en salud y seguridad en los espacios laborales, capaces de adaptarse a las condiciones extremas en lo sanitario, social, político y económico.
La crisis ha puesto de relieve la necesidad de una legislación en estas materias, que se adapte a lo imprevisto y facilite dar respuestas rápidas y adecuadas, para enfrentar los nuevos riesgos emergentes. En ese aspecto, tampoco nos podemos olvidar de la importancia del cumplimiento de la normativa y de extremar los mecanismos de inspección para aprender a vivir y superar las dificultades que puedan venir.
Por: Fernando Cortés Tello, Académico UCEN Región de Coquimbo.