De acuerdo con el último informe Pisa, Chile obtuvo un promedio de 417 puntos en Matemáticas y 452 en comprensión lectora, resultados por debajo del promedio de la OCDE (489 y 487 respectivamente) lo que corrobora que niños y niñas del país poseen importantes falencias en estas dos áreas, pero que, según los expertos, puede derivar a otros problemas, como la dificultad de resolver problemas cotidianos y hasta en el pensamiento crítico de los alumnos. “Una vez más queda en evidencia que es necesario cambiar los métodos tradicionales de enseñanza, sobre todo en estas dos asignaturas que pueden resultar tediosas para los más pequeños, solo así dejarán de ser complicadas y difíciles de entender”, comenta Javier Arroyo, experto en aprendizaje virtual y cofundador del método Smartick.
Se ha demostrado, por ejemplo, que las matemáticas son una forma de ver el mundo con lógica, se aprende a pensar, racionalizar, invertir problemas y resolverlos, no solo significa sumar o restar, va más allá de eso. Adquirir conocimientos matemáticos desde pequeños contribuirá en la formación de adultos más preparados para enfrentar problemas, argumentar con bases, cambiar de opinión gracias a la investigación, entre otros. Por ello es tan importante contar con el aprendizaje de esta asignatura, pero se debe generar un cambio en la enseñanza. “Lo ideal es que todo aprendizaje sea como un juego, así se evita la frustración y el desgano a la hora de realizar algún ejercicio. Debemos hacerlo menos mecánico y más reflexivo”, señala el experto.
Lo cierto es que el mundo ha cambiado y las nuevas generaciones tienen más acceso a la tecnología, lo que puede ser muy beneficioso o perjudicial a la hora de aprender. Las redes sociales, por ejemplo, pueden ser una forma de obstaculizar el desarrollo del pensamiento crítico en niños y adolescentes, debido a la información inmediata y masificada. De acuerdo a Héctor Sanz, profesor del equipo de Desarrollo de Contenido de Smartick, este tipo de pensamiento se puede definir como la meta educativa, la herramienta con la que se aprenden los contenidos, porque no se puede aprender sin él. “Gracias a este conjunto de habilidades que conforman el pensamiento crítico, podemos distinguir información relevante cómo buscar información o razonar para encontrar respuestas”, explica el docente.
Ahora que las clases volverán a ser en su mayoría presenciales, se hace indispensable hacer una modificación en la forma de enseñar. “El profesor puede llamar a la reflexión de los alumnos para resolver un problema en la clase, escuchar sus argumentos y, por qué no, contra argumentar, generar un debate. De eso se trata el pensamiento crítico”, destaca Sanz. Por otro lado, este tipo de ejercicios prepara a los niños y adolescentes para la autonomía, tener un punto de vista propio y defenderlo. Queda demostrado que las matemáticas no son una mera operación, es la resolución de problemas, así como la lectura significa ampliar el vocabulario y un llamado a usar la imaginación, entre otras. Ambas asignaturas son una forma de desarrollar el pensamiento y cuestionar lo que parezca carente de veracidad.
El pensamiento crítico aumenta la capacidad mental, permite la aceptación de puntos de vista contribuyendo a que los más jóvenes no crean en lo primero que ven o que no validen lo que piensa la masa solo porque es socialmente aceptado, lo que se ha hecho muy común actualmente con el acceso a las redes sociales y las fake news.
“Si aplicamos el pensamiento crítico en las matemáticas y en la lectura dentro las aulas, los resultados nos pueden sorprender gratamente, porque los alumnos y alumnas estarán entendiendo el por qué y lograremos cambiar la perspectiva de estas asignaturas entre las generaciones más jóvenes”, concluye el docente.