La noche del 19 al 20 de septiembre de 1961, el matrimonio formado por Barney y Betty Hill viajaban en su automóvil por una parte de la zona forestal nacional, en White Mountains, New Hampshire, cuanto vivieron una experiencia que cambiaría sus vidas para siempre. Los Hill eran un matrimonio muy apreciados en su comunidad, donde trabajaban como asistentes sociales. Viajaban acompañados de su perro “Basset”.
Su experiencia quedó plasmada en una carta que ellos mismos enviaron al comandante de la Marina Norteamericana, Donald Keyhoe, autor del libro The Flying Saucer Conspiracy (El Complot contra los Platillos Volantes).
“Al principio, vimos un objeto brillante en el cielo, que parecía moverse rápidamente. Paramos el coche y nos bajamos para observarlo más de cerca con gemelos. De pronto giró del Norte al Sudoeste y pareció seguir una trayectoria bastante desconcertante. Seguimos conduciendo y, luego, nos paramos de nuevo para volver a mirarlo, observando la siguiente línea de vuelo: el objeto giraba y sólo parecía iluminado por un lado, lo que producía la impresión de que estuviese parpadeando.
A medida que iba acercándose a nuestro coche, mi marido comenzó a ver su interior, aunque no con demasiada claridad. Vio varias figuras que corrían de un lado a otro, como haciendo preparativos apresurados. Una figura nos observaba desde atrás de una ventana. Desde donde estábamos, las figuras parecían del tamaño de un lápiz, más o menos, a la distancia de un brazo humano, y daban la impresión de llevar una especie de uniforme negro y reluciente.
En este momento, mi marido se sintió poseído de pánico y volvió al coche, histérico, riendo y repitiendo que iban a capturarnos. Pudo en marcha el coche, cuyo motor no había parado, y en cuando nos pusimos en movimiento oímos unos sonidos como zumbidos, algo así como “bip-bip”, que parecían proyectados contra la parte trasera del coche.
No vimos levantarse el objeto, pero tampoco volvimos a verlo, aunque a unos cincuenta kilómetros más al Sur fuimos bombardeados de nuevo por aquellos sonidos. Al día siguiente, informamos a un oficial de la Fuerzas Aéreas, quien pareció muy interesado por los detalles de las alas y las luces rojas. No le comunicamos lo que mi marino había visto en el interior del objeto por parecernos demasiado fantástico.
Ahora estamos buscando cualquier pista que ayude a mi marido a recordar qué fue lo que vio que le causó tanto pánico. Sobre esto, él no recuerda nada en absoluto. Todos los esfuerzos que hace por recordar le dejan muy asustado. Este objeto volante era, por lo menos, tan grande como un cuatrimotor, volaba en completo silencio y las luces del interior no se reflejaban en la tierra. No parece que los sonidos “bip-bip” hayan causado desperfecto alguno en nuestro coche.
Esta experiencia nos ha asustado mucho a los dos, pero al mismo tiempo nos ha fascinado”. Hasta ahí parte de la carta escrita por Betty Hill.
REGRESIÓN
Pasaron dos años sin que el matrimonio recordara nada de lo sucedido, pero fue una época en la que el matrimonio Hill vivió un gran estado de ansiedad, sufriendo enfermedades de insomnio y demás trastornos del sueño, además de pesadillas.
Después de visitar varios médicos, se les recomienda visitar al importante psiquiatra Benjamin Simon, especializado en terapia hipnótica. Durante 6 meses el matrimonio acudió a la consulta del doctor Simon, y poco a poco a través de la regresión hipnótica los Hill fueron recuperando momentos de aquellas dos horas perdidas de sus vidas. El doctor Simon realizó grabaciones de cada uno por separado para que pudieran escucharlas posteriormente, en ellas narraban como habían sido abducidos por unos misteriosos seres los cuales les habían realizado un examen físico.
De aquellas regresiones se sabe que mientras Barney estaba aterrorizado y apenas podía moverse, Betty se mantenía más serena en el interior de la supuesta nave. En las hipnosis, Betty reprodujo el mapa estelar que le había mostrado uno de los seres. Este mapa fue objeto de estudio por parte de la joven astrónoma Marjorie Fish, quien después de 7 años pudo identificar las estrellas del mapa, correspondiéndose con las 2 estrellas mayores Zeta Retículi A y Zeta Retículi B, dos estrellas de la constelación austral del Retículo, situadas a 38 años luz de la tierra.
Su caso forma parte de los archivos del “Libro Azul” de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, tiene el número 100-1-61.