La incertidumbre es alta. Ciertamente, nadie veía venir la crisis que hoy golpea a las cadenas de suministros. No se trata solo del alza de precios específicamente de esta industria, sino de un escenario económico mundial complejo para todas los Estados, naciones y gobiernos.
Sabíamos, en un principio, que con la caída de los vuelos de pasajeros existiría una escasez de ofertas de los espacios aéreos. Asimismo, preveíamos cuellos de botella producto de la paralización en la producción en China al principio de la pandemia.
Sin embargo, con gran parte de la población mundial vacunada y con medidas menos estrictas, no imaginábamos un escenario de precios multiplicado por siete, ocho o por 10. Hoy, los puertos todavía no trabajan a plena capacidad y la escasez de contenedores solo empeora la situación. Los pocos contenedores que existen se encuentran acumulados, provocando una circulación poco eficiente.
En el caso de Chile, hay un problema de puertos a nivel nacional: pocos turnos, déficit de camiones para traer desde el sur a puertos centrales y congestión. Además, al no tener ninguna exportación de carga seca, complejiza la exportación e importación ya que al llegar los contenedores se tienen que reposicionar a Asia vacíos.
Otro aspecto que hay que considerar es la concentración de las navieras. Hace tres años eran un poco más de 20, pero hoy los grupos que concentran todo el tráfico son seis o siete. Eso hace que la disponibilidad y variedad de buques, tarifas y rutas sea menor.
Durante años, las navieras han perdido dinero debido a que los fletes han estado muy bajos. Por ello hoy, con la pandemia y menos actores en el mercado, los precios seguirán siendo altos por unos nueve meses más ya la demanda de nuevos buques será satisfecha en el tercer o cuarto trimestre del 2022, bajando un poco la presión de los espacios.
Pero si en algo hay certeza, es que las tarifas no volverán a ser las mismas. Evidentemente, los montos actuales son insostenibles, pero cuando se normalice la situación las tarifas se situarán entre los cuatro o cinco mil dólares, siendo un precio accesible para el cliente y rentable para las navieras en cada embarque.
En medio de la tormenta se sigue construyendo
A pesar que el sector enfrenta momentos sin precedentes, es esencial ver la otra cara de la moneda y ver las oportunidades que brinda. Actualmente seguimos trabajando con forecast para planificar y como compañía estamos realizando inversiones importantes en las regiones y países para materializar proyectos de renovación y mejoras.
Sumado a ello, seguimos apostando por la digitalización de nuestros procesos, haciendo seguimiento, revisión y previsión de costos en línea con soluciones que aportan en la actualidad como DHL Data Analitycs. Con ella, los clientes pueden revisar los costos por kilo, por contenedor, los tiempos de tránsito, las rutas e individualizar por ítems.
Es importante que la industria no solo comience a crear estrategias para sostenerse ante esta situación, sino que también proyecte como beneficiar su cadena de distribución ante un mundo cada vez más demandante. Sin duda para esto, la tecnología y mejoras continuas son esenciales.
La verdadera panacea será cuando los turnos en los puertos vuelvan a ser tres y la productividad sea mayor. Y las proyecciones hablan de que esto sucederá a finales de 2022 o principios de 2023. De esta forma, el dinamismo al cargar y descargar será mayor, reduciendo el tiempo de tránsito y los cuellos de botella.