Desde el siglo XIX en varios países de occidente las esposas de los presidentes de la república comenzaron a tomar un papel más protagónico. Factores ligados a la tradición y la fe cristiana las hacían más cercanas a la caridad y la beneficencia, promoviendo acciones para ir en ayuda de niños, ancianos o enfermos. Sin embargo, a mediados del siglo XX se produjo un cambio en su imagen y labores, pasando a ocupar un espacio relevante en el espacio público y político.
Este proceso es explicado en el libro Primeras damas en Chile (1938-1970): Poder político, acción social y modernización, escrito por Cecilia Morán, investigadora del Instituto de Historia de la Universidad San Sebastián y coordinadora del Programa de Magíster en Pensamiento Político de la misma casa de estudios.
“Este fue el tema que escogí para mi tesis de doctorado en Historia y me llamó la atención lo poco que se les ha tomado en cuenta en el relato histórico. Estemos o no de acuerdo con la figura de la primera dama, han sido parte de nuestra historia política, cultural y social. Tenemos que investigarlas, saber cómo ha ido cambiando su función y sus aportes. Es imprescindible que la gente pueda informarse, pues esto es parte de la historia de la mujer”, comenta Morán.
La génesis del nuevo rol
La publicación expone que en esta evolución fue clave la influencia de la imagen proyectada por reconocidas esposas de mandatarios, como la argentina Eva Perón y la estadounidense Eleanor Roosevelt. Del escenario local, aborda inicialmente la gestión de Juana Aguirre (1938-1941), que durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda lideró iniciativas como la Pascua del Niño Pobre que, a través del trabajo colaborativo con establecimientos educacionales y empresarios, logró que niños a lo largo de todo Chile pudieran celebrar la Navidad sin importar sus recursos.
Un importante capítulo está reservado para Rosa Markmann (1946-1952), que en el mandato de Gabriel González Videla no solo creó la Asociación Nacional de Dueñas y la Fundación Viviendas de Emergencia, también impulsó la aprobación por parte del parlamento del voto femenino. El relato continúa con Graciela Letelier (1952-1958), que encabezó la Fundación Ropero del Pueblo; y María Ruíz-Tagle (1964-1970) fundadora de la Central Relacionadora de Centros de Madres (CEMA), enfocada en fomentar la participación y colaboración de las mujeres a nivel nacional en temas como salud, vivienda, educación y familia.
“La elección no fue al azar, las cuatro fueron muy importantes en este proceso. Con ellas comenzó la transformación de un rol que se ejercía a la sombra del presidente a uno que las posicionó como precursoras de cambio. Antes de primeras damas quienes están en este rol son mujeres y su historia debe ser contada”, agrega Morán.
Primeras damas en Chile (1938-1970): Poder político, acción social y modernización está a la venta en librerías de la Feria Chilena del Libro y a través de la plataforma BuscaLibre.cl.