A comienzos de año Chile lanzó el Observatorio de Cambio Climático, una plataforma que recolecta y disponibiliza data de una red de sensores ubicada estratégicamente a lo largo del país, desde Visviri por el norte hasta la Antártica en el extremo sur, con el objetivo de recopilar información para formular políticas públicas basadas en evidencia científica. En enero de este año, Imagen de Chile organizó una gira científica con corresponsales internacionales para anunciar este hito, y en el Día de la Antártica chilena, te contamos sobre el proyecto que busca estudiar y monitorear la crisis climática mundial.
Un sensor natural para el cambio climático
El Polo Sur es parte crucial de este proyecto, ya que es un regulador de muchos eventos climáticos que suceden en Chile. Por ejemplo, las altas temperaturas que se registraron en la Antártica en marzo de 2015 coincidieron con los aluviones en la región de Atacama en esa misma fecha. Para entender cuál es la relación entre esos fenómenos, comprender los efectos del calentamiento global en el Continente Blanco y prevenir futuros escenarios climáticos, se instalarán 20 sensores dentro del territorio antártico chileno.
En diciembre de 2021 se instaló el primero de ellos en la base Glaciar Unión. A la fecha, ya están instalados 4 sensores, en las bases Profesor Julio Escudero, Yelcho y Teniente Luis Carvajal.
“La importancia del proyecto para dotar a la Península Antártica de una red de sensores orientados latitudinalmente conectados con un cerebro en Punta Arenas consiste básicamente en medir los efectos de un fenómeno que tiene variadas expresiones físicas. Las estaciones van a medir muchos parámetros a través de sensores de alta complejidad que van a estar registrando y transmitiendo en tiempo real temperatura, presión y parámetros más complejos como albedo y radiación solar. Esta gran cantidad de sensores van a colaborar para armar imágenes de un continente que tenemos muy pocos datos y sabemos que influye de manera muy potente en el clima mundial, pero particularmente en Chile”, señaló el director del Instituto Antártico Chileno, Marcelo Leppe.
El esqueleto troncal de la red de sensores en la Antártica contempla 2.118 kilómetros lineales, desde las mencionadas bases Profesor Julio Escudero hasta la Estación Polar Conjunta Glaciar Unión, convirtiéndose así en la red de sensores permanentes más austral que el país haya instalado hasta ahora en la Antártica.
Estos aparatos son capaces de medir la velocidad y dirección del viento, la radiación solar, la temperatura del aire, agua y suelo, la humedad relativa, precipitaciones, la profundidad de la nieve, y el nivel y la temperatura del mar, entre otros factores climáticos. Por estos motivos, los sensores son una herramienta extremadamente valiosa para entender de mejor manera la dinámica de los ecosistemas antárticos y, a su vez, idear modelos de desarrollo futuros basados en información científica de calidad.