Cada vez es más común escuchar que los estudiantes se encuentran agobiados, con ansiedad, estrés o depresión, causando un alto impacto en el rendimiento académico y provocando la deserción escolar. De acuerdo con cifras de Mineduc, el año pasado en Chile existían más de 186 mil niños, niñas y jóvenes entre los 5 y 21 años que abandonaron el sistema escolar, y reflejan además que otros casi 40 mil (39.498 para ser exactos) no se matricularon en ningún establecimiento.
Diversos estudios han encontrado que el bajo rendimiento académico y la deserción escolar están relacionados con un sinnúmero de factores; en donde sobresalen los abusos de contenidos digitales, la falta de ejercicio físico, las alteraciones hormonales propias de la juventud, entre otros. Sin embargo, estudios recientes en psicología y pedagogía han encontrado que el síndrome de estrés académico viene incrementando esta problemática.
De acuerdo con la directora del Máster en Psicopedagogía de la Universidad Internacional de Valencia – VIU, Lucía Granados, el estrés académico es un invitado poco grato que ingresa a escondidas a las aulas de clase -físicas y virtuales- y que se apodera del entusiasmo, el compañerismo y la atención plena de los estudiantes. “El estrés académico puede ser entendido como la respuesta del organismo a los estresores que se dan dentro del espacio educativo y que afectan directamente el rendimiento de los alumnos. Está asociado directamente a mayores niveles de depresión y ansiedad, con autolesiones y con una menor autoestima y, por tanto, con menor autoeficacia académica”, expresó la experta.
Pero más allá de lo que pudiera pensarse, de acuerdo con la directora del master en psicopedagogía, mantener este estrés académico fuera de las aulas de clase depende en gran medida de los docentes y sus habilidades para identificarlo antes de que éste se posé sobre las espaldas de los estudiantes y les clave la mira en el piso.
Identificar el estrés académico puede ser fácil con las algunos apuntes y técnicas que pueden controlar los mismos docentes. La directiva de la Universidad Internacional de Valencia -VIU- propone, entre otros, estar muy atentos a los siguientes estresores para impedir su entrada a las aulas.
- Demandas académicas muy altas. Cuando todos los puntos son difíciles de alcanzar pueden terminar generando cansancio y desinterés.
- El exceso de responsabilidades. Puede terminar por saturar al estudiante.
- Una alta carga de trabajo o tareas dentro y fuera de la escuela. Es clave la comunicación para conocer a cada estudiante y entender si tal vez él o ella misma se están exigiendo demasiado.
- Las evaluaciones de los profesores. En ocasiones se pueden comunicar las evaluaciones con poca asertividad, dejando la puerta abierta a inseguridades y golpeando tal vez la autoestima.
- La competitividad. Motivar la rivalidad entre compañeros puede ser contraproducente y llevar a riñas y diputas a los estudiantes.
- El temor al fracaso. No alcanzar las metas autoimpuestas o estipuladas desde fuera, puede ser frustrante y derrotar al estudiante. Siempre vale la pena dejar campo para las pequeñas victorias.
- Aceptación del grupo. Cuando no se fomenta la buena comunicación entre compañeros, pueden surgir rechazos para los más tímidos.
Para evitar los estresores en las aulas de clase la experta recomienda:
- Evitar la competitividad entre el alumnado, fomentando más el trabajo cooperativo o colaborativo.
- Evitar hacer comparativas entre estudiantes, poniendo en valor que cada uno es único y tiene su propio ritmo de aprendizaje.
- Evitar expectativas demasiado altas, pues según en qué casos, puede someterlos a una presión para satisfacer las expectativas de los demás.
- Ayudarles a planificarse tanto en los contenidos como en los tiempos, para que no dejen todo para última hora y evitar situaciones de estrés innecesarias.
- Identificar las conductas que están generando el estrés académico y reorientar los esfuerzos para no darle paso.
La educación debe de seguir un modelo colaborativo en el que no se entienda el fallo del alumno como un fracaso sino como una oportunidad de mejora. De acuerdo con la experta, es clave que la educación fomente las habilidades para la gestión del tiempo evitando la sobrecarga de trabajo. Igualmente, recomienda el establecimiento de metas y objetivos realistas para asegurar el futuro académico del alumno.