En los últimos 20 años, se ha evidenciado en varios lugares costeros un alto grado de contaminación ambiental.
La Dra. Loretto Contreras Porcia, investigadora del Departamento de Ecología y Biodiversidad de la Facultad de Ciencias de la Vida de la U. Andrés Bello y del Centro de Investigación Marina Quintay (CIMARQ), expone que “a lo largo de la costa, hay un alto grado de polución por nutrientes, metales pesados y, en algunos de ellos, por hidrocarburos aromáticos policíclicos y microplásticos”.
Respecto a cuáles son las consecuencias de esta contaminación, la Dra. Contreras explica que afecta principalmente a los organismos marinos: “como la reducción de poblaciones, efectos negativos en el ciclo de vida, alta concentración de contaminantes en la biomasa, lo cual podría generar efectos negativos en otros organismos que los consumen, malformaciones, estrés fisiológico, alteraciones hormonales, entre otros registros”, dice.
Además, la investigadora agrega que “la contaminación ha permitido el aumento de individuos llamados invasores, principalmente algas, que pueden alterar a las poblaciones nativas”.
Las mayores fuentes de contaminación
Según Loretto Contreras, la contaminación principal proviene de fuentes antropogénicas, como desechos empresariales, basurales, automóviles, quemas de bosques, desechos domésticos, alta actividad turística, entre otros.
La también investigadora de Center of Applied Ecology and Sustainability (CAPES) e Instituto Milenio en Socio–Ecología Costera (SECOS), detalla que Chile “tiene una alta carga de metales naturales en las rocas y sedimentos. Naturalmente, sobre el 70% de la contaminación marina, es generado por el hombre”.
Asimismo, Contreras advierte una solución: “Es indiscutible que una de las grandes soluciones a esto, es que nos eduquemos y cambiemos la tecnología actual a una limpia, realmente inocua a largo plazo”.
¿Cómo Chile está haciendo frente a este fenómeno? La experta subraya que “los hallazgos de contaminación y sus efectos en nuestras costas, liderados principalmente por científicas y científicos de nuestro país, le han permitido al Estado generar alertas de contaminación en ciertas áreas geográficas”.
La Dra. Contreras indicó que esto también ha legitimado “normas secundarias de calidad ambiental (NSCA), como la que se está tramitando para la Bahía de Quintero-Puchuncaví, la cual es la primera norma para las costas de nuestro país”, y agrega que “sin embargo, llegar a generar normas secundarias, es un gran reflejo de que no hay una regulación normativa previa de la concentración de tóxicos en el agua de mar, ya que solo existe actualmente la normativa asociada a la emisión de contaminantes (DS 90)”.
Educación y responsabilidad
Para la académica e investigadora de la UNAB, algo primordial es que “la población tiene el derecho de ser educada, y eso es responsabilidad tanto del Estado como de las comunidades científicas y los centros educacionales”.
Asimismo, enfatiza en que “es una obligación que todos y todas sepamos lo que consumimos y utilizamos, cómo lo desechamos y cómo actuamos frente a la naturaleza. Pero esto es imposible si no existe educación ambiental y de nuestro mar”.
En este contexto, la Dra. Loretto Contreras dictará