Emoción, nostalgia y añoranza es lo que se sentía en La Ex Estación de Trenes de La Serena en el homenaje de despedida del gran poeta, cantautor y músico Caupolicán Peña Lagos, porque para todos quienes lo conocieron unos minutos, horas, días o años, dejó una huella imperecedera en sus corazones, por el valor de ser humano y artista, describiéndolos todos como un hombre muy querido, sencillo, humilde, respetuoso, bondadoso, positivo, sensible, espiritual, con alegría de vivir y amar; y con la templanza de un artista.
En su partida, lo acompañaron su querida familia, integrada por su amada esposa María Osorio y sus hijos Emilio, Paloma, Millaray, y Lluvia Celeste, y sus adorables nietos, junto a centenares de familiares y amigos, varios artistas y músicos, como la agrupación Valle de Elqui, quienes, junto a dos de sus hijos, interpretaron mágicamente la canción del mismo tema, el cantautor Talo Pinto que dedicó una sentida paya, la poetisa y compañera de trabajo, Elba Elena Jiménez, y sus compañeras y compañeros de trabajo de la Seremi de Educación, Departamento Provincial de Educación de Elqui y de la Superintendencia de Educación.
Al finalizar el responso, el cortejo hizo su parada, en el frontis de la Secretaria Regional Ministerial de Educación, lugar en que sus compañeras y compañeros de trabajo lanzaron pétalos de flores multicolores en demostración de su amor entrañable e inmensa gratitud por su legado, momento que fue inmortalizado con la canción “Terrales” de Caupolicán, interpretada con zampoñas, guitarras y bombos, por las agrupaciones Valle de Elqui y Sol del Valle, sus amigos de toda la vida.
Luego el cortejo se dirigió a Tierras Blancas lugar de residencia de Caupolicán, para finalizar su último adiós en el Cementerio Parque de la Cantera en Coquimbo.
Reseña Caupolicán René Peña Lagos Q.E.P.D.
Caupolicán René Peña Lagos ingresó a la Secretaria Regional Ministerial de Educación de Coquimbo, el 30 de octubre de 1980 en calidad de auxiliar, pasando al estamento administrativo, el 01 de abril de 2012, cumpliendo 36 años de servicio.
Caupolicán nació en Arica, el 11 de noviembre de 1955, hijo de Dulia Lagos y Eduardo Peña, viviendo parte de su niñez, en la oficina salitrera de María Elena. Luego parte de su infancia y adolescencia la vive en la localidad de Rivadavia en el Valle de Elqui, lugar en que se inspira con la música y poesía. Casado con María Osorio, fue padre de cuatro hijos: Emilio, Paloma, Millaray, y Lluvia Celeste, y abuelo de nietos, que serán testigos de su legado cultural.
Pero vamos a rememorar al ser humano “Caupo”, como cariñosamente se le decía en la Secretaría de Educación, porque para sus compañeras y compañeros de trabajo fue un amigo muy querido, sencillo, humilde, respetuoso, bondadoso, positivo, sensible, espiritual, con alegría de vivir y amar; y con la templanza de un artista, que lo hizo conectarse con el legado de nuestra insigne premio nobel Gabriela Mistral, musicalizando sus obras, como la Ronda de la Seiba y componiendo la cantata “Cordillera de Los Andes” basada en fragmentos de un poema de Gabriela Mistral y “Terrales” basado en sus vivencias en Rivadavia, donde se inspiró para investigar nuestras raíces y cultural local, “La Tierra de los Sueños” y “Cordillera de los Andes”, un trabajo musical-poético basado en textos de Gabriela Mistral.
Sus cercanos lo describen, con el alma de un artista soñador, que llevó con sus letras y música la historia y los valores culturales de los pueblos del Valle de Elqui. Un artesano de cuerdas, zampoñas, quenas, charangos, guitarras y cantos plasmados en su poesía que nos transportó a su querida Rivadavia, Paihuano y Montegrande.
Caupolicán fue un destacado poeta, músico, compositor e investigador, siendo solista e integrante de las agrupaciones “Alambre de Púas”, “Tierra Mestiza”, y director del grupo “Valle de Elqui”, musicalizando poemas de Gabriela Mistral, Pablo Neruda, entre otros, y poniendo en valor la cultura y tradiciones del norte, fusionando instrumentos andinos de viento, con un formato más rockero. Sus composiciones han sido grabadas por los grupos: “Trova Andina” de Viña del Mar, “Pachamama” de Valparaíso y “Tierra Nueva” de Santiago.
Publicó artículos y poemas como “Caupoesía”, “Elqui”, “Algo para la Mente”, Esfumada, entre otros, en las Revistas Pluma y Pincel” y “La Bicicleta” de Santiago y Diarios El Día y La Semana de La Serena, Revista “Quinta Imagen” de Viña del Mar y Revista de Poesía Añañuca de La Serena, de la cual, fue su fundador. También publicó sus libros: Rivadavia, Estación de la Memoria (Crónicas Elquinas), Elqui, al Universo del Valle (poesía) y Vasos Comunicantes (anti-poesía). Pero el libro que lo refleja es “Elqui al Universo del Valle”, calificado por los literatos, “como un texto poético que se hizo verdadero en el corazón del lector y memorable cuando el pueblo lo hace suyo. El canto que salió del interior de los poemas de Caupolicán, suelen, cuando es verdadero, expresar su propio canto”.
En los setenta años del Premio Nobel que obtuvo Gabriela Mistral, Caupolicán participó en coloquios en que retrató las raíces indígenas de la poetisa. En noviembre de 2015, celebró sus 40 años de trayectoria, como compositor, instrumentista y poeta, presentando su música en diferentes puntos de la región, como La Serena, Paihuano, Ovalle y Combarbalá, relatando que para él, la base de la creación es la improvisación, el intercambio de instrumentos y el desafío auto impuesto de empezar a escribir inspirado en hechos tan simples, como contemplar un árbol u observar la inmensidad del valle de Elqui.