Desde hace tres décadas los pesqueros de alta mar de Coquimbo desarrollan la captura del pez espada o albacora (nombre científico Xiphias gladius), cuya carne es altamente valorada en mercados como Estados Unidos, Francia, Italia, España e Inglaterra. Para hacerlo usan un arte de pesca denominado palangre, apropiado para el trabajo en aguas profundas, por lo cual se les conoce como espaderos o palangreros. Ahora esta actividad económica, que genera un centenar de puestos de trabajo en la comuna, enfrenta un complicado panorama hacia el futuro, a partir de la creación del nuevo Parque Marino Nazca-Desventuradas, dado que en su interior quedaron parte de las aguas en donde históricamente se ha desarrollado esta pesca.
La citada reserva natural fue establecida en agosto pasado a través de un decreto del Ministerio del Medio Ambiente. Abarca 300.035 kilómetros cuadrados de aguas oceánicas, en un área definida a partir de una proyección desde las islas San Félix y San Ambrosio. Dentro de esta zona no se puede ejercer actividades extractivas.
Los pescadores espaderos de Coquimbo afirman que el Gobierno no tomó en cuenta su trabajo de larga data en esas lejanas aguas, en donde históricamente han contribuido con la autoridad marítima nacional denunciando las intrusiones ilegales de barcos extranjeros a la zona económica exclusiva chilena. Son solamente tres barcos, todos del puerto local, los únicos que desarrollan pesca industrial de esta especie en Chile, los cuales tradicionalmente han obtenido hasta el 40% de las capturas anuales de albacora desde la zona que ahora se les prohíbe ingresar.
Jorge Rivera, patrón de la embarcación palangrera Arauco II, cuenta que “la problemática de nosotros es que en cierta época del año, de agosto hasta diciembre, se pesca en esa zona. Los tres barcos que operan en este momento están impedidos de trabajar. Nosotros somos los únicos que estábamos en esa zona para salvaguardar las 200 millas, y con la creación del parque quedamos fuera de esa zona”.
La temporada 2016 del pez espada terminó el 26 de diciembre, con un último desembarque del año. Por fortuna para los palangreros, hubo suficiente presencia de esta especie migratoria a la altura de Coquimbo para permitirles completar su cuota de pesca; algo que, sin embargo, no ocurre todos los años. Juan Carlos Salinas, gerente general de Pesquera Santa Cecilia, explica la complejidad del problema: “Este pez migra por toda la costa chilena; entonces, cuando disminuye la pesca, hay que ir a buscarlo más lejos. Y ahora, con esta situación, nos cortan la mitad de los brazos, son 200 millas en donde no podemos trabajar. Ahora estuvo buena la pesca, hubo pescado este año; el 2017, si el pescado no se encuentra cerca de la zona, vamos a tener que… no sé, ir a trabajar a la cuadra de Iquique, con montones de gastos, se requiere más autonomía; vamos a tener que navegar más, en vez de 400 millas serán 800”.
Dada esta situación, la Asociación de Industriales y Armadores Pesqueros de la Región de Coquimbo (AIP) está preparando una solicitud formal ante la Subsecretaría de Pesca, con miras a que se mantenga la actividad espadera para los actores históricos del palangre. Lo anterior aprovechando que actualmente se están generando las bases técnicas para la gestión del Parque Marino Nazca-Desventuradas y su plan general de administración.