La industria de energía en Chile resiste fuertemente los embates de la pandemia a un año de haber comenzado los confinamientos, y este fenómeno -que bien podría citarse como un ejemplo de nivel mundial- se puede explicar por diferentes causas, como el considerable giro hacia las energías renovables que nuestro país comenzó a dar hace algunos años y las inmejorables condiciones regulatorias que permiten la inversión, y con ello el desarrollo a largo plazo de nuevos proyectos.
Este escenario ha permitido visualizar nuevos desafíos e identificar una nueva hoja de ruta, más acorde a la descarbonización acelerada -más rápida que lo inicialmente estimado- y que este mismo año ya ha comenzado a dar luces del futuro, con cifras extremadamente sorprendentes: sólo durante 2021 las ERNC han alcanzado una participación de 25,8% en la matriz[i] y específicamente el 21 febrero de este año las renovables tuvieron un peak de 52,6% de participación, del cual dos tercios provinieron de energía fotovoltaica[ii].
Víctor Opazo Carvallo, CEO de Solek Chile, afirma que “teniendo en cuenta que la descarbonización va a implicar que prácticamente la totalidad de la demanda energética de nuestro país dependa de fuentes limpias, es importante considerar qué pasos se deben adoptar para llevarlo a cabo considerando que la demanda también crecerá, y uno de los más importantes tiene que ver con infraestructura, tanto para generar energía limpia como para almacenarla”.
En este sentido, si bien durante décadas anteriores y en un contexto de matriz altamente centralizada, gran parte de la infraestructura iba destinada a la creación de líneas de transmisión, hoy el nuevo desafío apunta más bien a diversificar las fuentes aprovechando las condiciones naturales que ofrecen distintos puntos de nuestro país. Esto explica, por ejemplo, la alta proliferación de pequeños parques solares ubicados en la zona centro y sur, mucho más cercanos a las zonas que demandan energía y evitando líneas de transmisión.
Entre otros aspectos a tener en cuenta en el futuro, explica Víctor Opazo Carvallo, “está el desafío de almacenar toda esa energía generada, por ejemplo, a través de baterías e incluso aprovechar una tendencia que ya comienza a dar sus primeros pasos, como es el desarrollo de parques solares especialmente diseñados para generar hidrógeno verde, y sentar las bases de una industria que puede traer grandes oportunidades para Chile en el ámbito internacional”.