Muchas veces, como adultos, no reaccionamos adecuadamente ante ciertas situaciones de la vida diaria que se nos presentan, y más aún cuando se trata de ciertas actitudes, conductas o preguntas de los niños y niñas, es por ello que cultivar la paciencia se vuelve indispensable.
Es importante tener en cuenta que los hijos e hijas aprenden y siguen los modelos que ven en nosotros como sus adultos significativos, es decir, van integrando la forma cómo tratamos a otros y otras en los distintos ámbitos de la vida, y es probable que luego repliquen dichas actitudes y comportamientos. Si acostumbramos a descalificar en el trato, , actuar con violencia, gritar o tratar a las demás personas con indiferencia, estaremos promoviendo esa forma de relación y de convivencia. .
Por esto, es bueno conocer y compartir ideas que a otros y otras les han servido, y siempre recordar que cuando los niños y niñas enfrentan situaciones complejas que los desregulan emocionalmente, es cuando más necesitan que los adultos estén cerca, desde la calma, acogida y contención.
Algunas ideas para poner en práctica:
- Cuidarse y generar momentos de bienestar y calma; resguardar, dentro de lo posible, espacios personales que permitan descansar un poco de las exigencias cotidianas, disfrutar actividades recreativas que sean del agrado de cada uno.
- Identificar las redes de apoyo (familia, vecinos, amigos/as, etc.) y las posibilidades de pedir ayuda cuando sea necesario.
- Reflexionar sobre las reacciones que se pueden tener frente a situaciones que hacen perder la paciencia rápidamente. A veces no se logran manejar las emociones adecuadamente y esto es normal y posible. Es importante que sepan cómo retomar la calma y poder pedir apoyo.
- Definir estrategias y posibles acciones a seguir cuando se pierde la paciencia. Es muy útil hacer preguntas como: ¿Qué emoción estoy sintiendo?, ¿cómo se siente mi cuerpo?, ¿cómo podría haber enfrentado la situación con mayor calma?.
Es importante que cada una y uno de nosotros pueda descubrir estrategias, adecuadas a la propia realidad que nos permitan retomar la tranquilidad cuando estemos perdiendo la paciencia o con dificultades para regularnos emocionalmente. Esto nos ayudará al autocuidado y a poder continuar cuidando y acompañando a nuestros hijos e hijas.