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Domingo, Enero 19, 2025
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La copa equivocada

Para algunos ha sido una anécdota de antología, incluso a Messi solo le produjo risa, sin embargo, para un gran número de fanáticos del fútbol levantar una copa equivocada ha sido un golpe directo al sentido de ser hincha. Que la fotografía más “linkeada” en redes sociales de la historia, con más de 74 millones de “me gusta”, encuadre al máximo astro argentino con una copia falsa y rústica de uno de los trofeos más deseados del planeta, ha resultado confuso para aquellos que viven y mueren por el fútbol.

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No es de extrañar que los argentinos hayan preferido ganar un mundial que rebajar su inflación, según encuesta de la consultora trasandina Taquion. Aunque ojo, el informe estadístico fue mañoso y artificial, equivalente a preguntar si en Chile preferimos ver una película a no gastar en popcorn (la comparación es forzada, de categorías distintas y efectos últimos no relacionados). Pero en fin, así es el fútbol.

El pasado mundial de Catar, como evento de comunicación planetario, fue un fenómeno que ha servido para un aluvión de interpretaciones. “Ríos de tinta” llaman a aquellos sucesos que generan opiniones diversas por el nivel de expectación que concitan. Sin embargo, aquí no solo el caudal del río llama la atención, sino también sus vórtices y trombas levantadas con inusitada fuerza, las que han producido más y más controversias. Así se conciben las pasiones.

Por demás, la imposibilidad de siquiera sugerir que las bravatas de varios de sus “ídolos”, los gestos obscenos de un arquero o las canciones groseras que sepultan al contrincante merecen algún tipo de crítica o condena. ¿¡Cómo alguien pudiera atreverse a desdeñar al deporte Rey!? (aunque coronas distintas se hacen lucir en EE.UU y China).

Nada es perfecto, nada en este mundo tiene peso de gloria. Solo hay imitaciones, como la copa equivocada de Messi, festivales de millones, una generación que nació en la obnubilación de un estadio lleno de sponsors convertidos en pegatinas y esa eterna proyección de triunfos ajenos que intentan colocar una victoria deportiva foránea al nivel de una copa que todos en Sudamérica pueden tocar, besar, enarbolar o echarle sal, cuando el mérito es de 11 deportistas, sus talentos, entrenamiento y los contratos que los motivan.

De todo corazón, cualquier amante o no del fútbol debiera esperar que Argentina baje su inflación, aunque siempre habrán personas que estarán dispuestas a morir por una pasión. ¡Y hasta pudiéramos estar de acuerdo con esto! Pero que el objeto o sujeto de la pasión valga la pena es otra cosa.

Por: Maciel Campos Director Escuela de Publicidad y Relaciones Públicas Universidad de Las Américas

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