Este 1 de abril, cuando el reloj marque la medianoche, deberemos retrasarlo en una hora, es decir, hasta las 23:00 horas, lo que traerá días con menos luz natural, oscureciéndose más temprano.
Se ha evidenciado que realizar cambios abruptos en los ritmos fisiológicos de reposo y sueño generan en algunas personas repercusiones negativas para la salud, siendo los niños y adultos mayores los grupos más vulnerables.
En este contexto, las manifestaciones más frecuentes con este cambio de hora son somnolencia, fatiga, ansiedad, trastornos del ánimo y sueño, alteraciones cognitivas y estrés, entre otros, trastornos que afectan a cerca de un 5% de la población chilena.
Las recomendaciones para enfrentar el cambio de horario recaen principalmente en establecer una buena rutina de sueño, estableciendo y respetando horarios fijos para dormir y despertar. Asimismo, no hay que comer justo antes de acostarse, sobre todo alimentos ricos en grasas, cafeína o azúcares, y tampoco se deben realizar ejercicios intensos a última hora. También se recomienda resguardar la temperatura adecuada de la habitación, así como también el abrigo y la ropa de cama, bajar la luminosidad priorizando la oscuridad y evitar el uso de pantallas.
Por: Beatriz Arteaga Directora Escuela Técnico de Nivel Superior en Enfermería Universidad de Las Américas