Sólo tres cajones de tomates, dos latas y unos tubos de PVC dan forma al Trencito de la Lectura un modesto ícono instalado en el acceso del Centro Comunitario y Cultural Cuatro Esquinas que, con alegres colores, invita a dejar libros en alguno de su vagones para que las familias puedan intercambiar textos de distintas temáticas.
Gabriela Paucay es una de las usuarias que utiliza este servicio, valorando que exista un espacio como este de forma gratuita. “Es bastante bueno. Vengo regularmente los sábados cuando mi hija viene a los talleres del Centro Comunitario y paso a mirar qué hay. Traemos cosas y también nos hemos llevado algunos libros de cuentos y otros educativos. Me gusta mucho la iniciativa”, indicó, precisando que le gustaría ver más libros de lectura. “Sería muy bueno que más gente pueda donar, porque muchas veces uno tiene un libro que ya leyó y que no volverá a leer, lo que permite darle otro uso, una nueva vida, para que otra persona lo pueda leer”.
La idea surgió hace tres años por parte de Héctor Rodríguez, uno de los funcionarios del recinto municipal, para entregar un punto donde descubrir y renovar el saber reciclando algunos materiales. “Este trencito nace de la necesidad de que las personas pudieran intercambiar libros, sacar libremente sin tener que pasar por alguna oficina, porque no teníamos espacio para hacer una biblioteca o acumular cada vez que algún vecino traía uno para acá. Entonces se me ocurrió hacer algo entretenido con cosas que había para reciclar, y le dimos forma, le pusimos ruedas y lo pinté”, cuenta, sintiéndose sorprendido y feliz por el resultado.
“Estoy contento, porque no pensé que iba a venir tanta gente, en especial niños, que lo ven primero como un juguete, pero que luego ya toman los libros y se fomenta la lectura porque es de libre acceso. Cada quien trae libros, cambia, saca, se lo lleva, y eso facilita la lectura libre”, concluye con orgullo, mientras mira su pequeño convoy de madera, al cual pronto dará una nueva mano de pintura para que siga recorriendo el tiempo con su carga de conocimiento aferrado a la reja del lugar.